Están hablando los eucaliptos del parque
en el lenguaje del mar
y a mi casa llegan las olas de sus largos murmullos.
Hay una marea de lentas humedades
que late sobre las alfombras
y tintinea, con sonido de conchas, en los rincones.
Hace rato que se fueron a dormir los pájaros,
escondiéndose, en lo oscuro,
de la sal hiriente de este Levante
que ama desquiciar los sueños.
Hay caminos en la memoria que nos gusta desandar,
paisajes olvidados a los que inventamos los colores.
Los párpados cerrados palpitan más despacio
escuchando el tiempo huir.
Esperaré la bajamar para posar los pies
en la frialdad desnuda del suelo.

(Africa Eúfrates, los pájaros dormidos)

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