23 octubre 2014

Miguel Alcantud Cayuela.



A RATOS, NIEBLA


Ven a mi boca;
trae contigo el sueño
que provoca tu silencio
de hogar y miedo,
de casa y de alcoba.

Vente con la ropa de domingo
y la sonrisa loca;
hazte de cristal y sal y luna,
que ninguna es la palabra
si no duele,
y no se mueve el mar,
si estás oculta.

Ven,
te compro la verdad de tu ternura.
Escóndeme en la tierra
con la duda que te encierra
y la vergüenza.
Escríbeme en la umbría de tus días
y yo te haré de sol,
a ratos, mía,
y a ratos, niebla,
y te veré volar
a lomos de tu ingrávida conciencia.

Ven,
te cambio tu silencio por mi espera
si te haces primavera y me floreces;
si me dejas saber de que estas hecha
y creces en la huerta de mi sangre,
donde pueda hablarte en paz
y entrar contigo en guerra.

Quiero abrazarte
cargada de preguntas
y recorrer contigo el laberinto;
quiero tu instinto desnudo de cadenas;
que apenas queden dudas que no goces
ni voces que ordenen tu camino.

Ven,
que sé que eres de carne y estoy vivo
y en la avenida del sol,
bajo tu puerta,
está abierta la veda del destino
y en la pregunta estás tú,
y en la respuesta.


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