18 noviembre 2014

María José Collado

              



Sortilegio                 



La casa tiene huesos de cristal,
gira el pomo despacio, sin ruido,
sacude en el felpudo tu impaciencia,
no la aturdas, padece hipertensión.
Entornados párpados al recuerdo,
color melancolía en sus paredes,
alguna golondrina por las vigas,
los muebles habitados por crespones.
Prende el azafrán del asombro
luz en la cocina, escancia vino,
brinda, conjura nombres,
cuando palpas su corazón de polvo.
Sientes su claro pálpito de agua,
deshielo de rojos ladrillos,
la expansión maternal de su pecho,
cómo sopla calor en tu orfandad.


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