31 diciembre 2014

Pedro Javier Martín Pedrós





En este trocito chiquitito de año que me queda, se me estremece el alma llena de angustias y locuras que pasean por mi interior sin permiso de circulación. Aquí, no hay

controles de alcoholemia que me lleven con precaución hacia el atisbo de mis sonrisas rotas, los maremotos que estamos desarrollando en cada bolsillo de nuestra careta diaria.

Bocinas, más bocinas, cohetes, platos y vinos sofisticados  nos esperan para la gran fiesta... Y mis lágrimas cansadas de recorrer mi rostro me piden horas extras que no acierto a comprender.

Dicen que la poesía  es vida, a veces es más,

es azul,

es amor, romanticismo, también he conocido la poesía del beso,del abrazo, del apretón de manos, de la respiración compartida,

de la zancadilla,

del odio, del vacío, del vacío,

de la separación, del vuelo roto, del olor a mierda.

Acercaos por favor, ahora quiero quedarme con vosotros

con el beso limpio que recibí ayer de alguien que acababa

de conocer y que en su mundo lleno de desilusión me dio un empujón hacia la esperanza.

Manifiesto públicamente mi agradecimiento a todos los que me hacen crecer y saborear el cóctel de la vida con sus grises y azules.

Gracias, a todos sin distinción.

Os deseo lo mejor.

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