06 enero 2015

María José Collado

           




Cinco de enero



Amaneció y era espesa la niebla
contornos borrosos de rostros, edificios,
un reptil la humedad ladrona del calor
desprevenido de los cuerpos, la llovizna
átona caricia fría e irreversible.
Guiños de Polifemo en los semáforos,
ralentizado el tráfico por la cordura,
bajo las marquesinas miembros ateridos
hacen esfuerzos de rígida compostura,
para los niños sonríe el calendario.
La magia de oriente soporta golpes bajos,
dos gitanos increpan a un inmigrante,
no hay algodón de azúcar, fantasía,
abundan lechos de periódicos, cartones,
un trasiego de carbón, voces confusas.


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