Cinco de enero
Amaneció y era espesa
la niebla
contornos borrosos de
rostros, edificios,
un reptil la humedad
ladrona del calor
desprevenido de los
cuerpos, la llovizna
átona caricia fría e
irreversible.
Guiños de Polifemo en
los semáforos,
ralentizado el tráfico
por la cordura,
bajo las marquesinas
miembros ateridos
hacen esfuerzos de
rígida compostura,
para los niños sonríe
el calendario.
La magia de oriente
soporta golpes bajos,
dos gitanos increpan a
un inmigrante,
no hay algodón de azúcar,
fantasía,
abundan lechos de
periódicos, cartones,
un trasiego de carbón,
voces confusas.
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