24 febrero 2015

Debora Pol


Retira de mi corazón el puñal...

Retira de mi corazón el puñal,
Que quiero curar la herida.
Limpiar con mis lagrimas la sangre
Que fluye caliente sobre mi pecho,
aunque yo la sienta fría.

Pues estoy agonizando de amor por ti.
y con el alma en carne viva.

Desangrándome en ternuras,
Sobre una diastole vacía.
por culpa de esa puñalada atravesada,
que tu me clavaste en el pecho.
Oculta en una caricia.

Es por culpa de tus ojos,
es que estoy tan malherida.

Dame amor....
una sola de tus pestañas,
para poder frenar la herida.

Pues estoy...
agonizando de amor por ti.
Tendida sobre un campo de planetas quietos.
Con dos lunas ahumadas por retinas.
Dejando de par en par mi pecho abierto.
y dentro de el a las golondrinas de cristal,
que robaron nuestros besos.

Date prisa amor.
y dame una sola de tus pestañas,
para poder cortar la herida.
Pues estoy agonizando de amor por ti.
y con el alma en carne viva.

Retira el puñal ¡Alma mía!.
Que me falta y el aliento.
Retira de mi corazón ese puñal
porque me muero.

Muero de amor por ti.
Con el alma encharcada por la herida,
Aquella que tu me hiciste
Cuando clavaste  con saña dentro del pecho
un puñal. disfrazado de un te quiero.
De un te quiero incrustado,
como lagrima dentro de la garganta.
Un te quiero de fuego,
Que perforo mis sentires como un taladro de hielo.

Corre amor...

Retira de mi corazón el puñal,
Que quiero curar la herida.
Que me duelen los latidos...
como si fueran las coces de un caballo de humo
contra la mandíbula de un niño.

O pon. sobre el campo santo de los eclipses,
Una cruz. hecha con flores secas
Donde quede, mi nombre escrito a fuego.
Con toda la sangre que derrame,
Sobre mi pecho abierto.
Y que mi cuerpo desprovisto de toda vida
sea un lago donde naden las alondras
y beban los enamorados.
Hasta que dejen mi vientre vació.
y mi sentir sea...
Un campo de lunas ocultas,
en la retina rasgada de Cupido.

Y déjame ser....
Una hoja movida por el viento.

Pero saca pronto de mi corazón herido.
ese puñal,que no es de acero.
Ni tiene el filo oxidado de los tiempos
de las reyertas.
Ni la hoja carcomida,
de haber dormido junto a la tumba de un bandolero.
Es una rosa que tu me clavaste,
Mientras yo dormía sobre tu espalda morena.

Muerta de amor por ti...
Tendida sobre las sabanas bermeyas.
que yo misma teñí,
con la sangre que mana de mi pena abierta.
Como si fuera una fuentecilla,
de cuyo caño fluye mi amargura negra.


Debora pol.

No hay comentarios: