CON DIEZ CERROJOS
He bebido el trago de la hiel de los olvidos,
he cerrado con diez cerrojos la puerta.
En una rendija de mi corazón guardé la llave.
He tenido que olvidarme la existencia
que ha quedado impregnada en las paredes.
Mi casa es el regazo de mi infancia,
y tengo por desdicha que exiliarme.
Se amontonan en los umbrales los recuerdos
que franquean las puertas de la estancia.
El espejo no refleja mi silueta,
y el armario está vacío de ilusiones.
Mi casa en otro tiempo con aromas
de membrillo y racimos de verano,
a hogaza de pan tierno y vino perfumado,
a ropa limpia, soleada y bien planchada,
ya sólo huele a ausencia y bolas de alcanfor,
porque he tenido sin remedio que marcharme.
He atrancado con cerrojos mi pasado
y la cerradura he sellado con un beso.
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