27 abril 2015

Silvia Oviedo López


Después

Para siempre
descontrolado entre empujones

tu cuerpo a manotazos entre las finas líneas del tiempo

y tan simple

tú,

tan claros nosotros.

A nadie se le ocurriría despojarnos de la desnudez de este momento,

puros como cometas rasgando el cielo

-me agarras la mano en este instante-

somos casi la pared blanca en la que se estrellan las olas.
Tu mano diminuta es bella como un diamante a escala.

Te acaricio

y parece lógico que hoy sea el único día que exista.

Tu cuerpo tan sencillo contra el tiempo,

indescriptiblemente perfecto y absoluto
para siempre.

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