25 junio 2015

Elena Medel








Sólo yo sé cuándo sobrevivimos.

Lo sé porque mis dedos

se transforman en lápices de colores.

Lo sé porque con ellos

dibujo en las paredes de tu casa

mujeres con rostro de epitafio.

Porque, a la caricia de la punta,

comienza el derrame de los cimientos

formando arco iris en la noche.

Porque, al escribir testamentos

en el suelo, se remueven las vísceras

de azúcar, y trepan tus raíces.

Grabo versos de colores fríos

en tu piel, de arquitrabe a basa,

y les llueve y los diluye, y compruebo

que la lluvia suena como hacen al caer

las canicas brillantes y naranjas

que cambiaba en el patio del recreo,

poco antes de calzar mi primer bikini.

Hoy guardo las canicas, como un apagado

tesoro, en los huecos de otras espaldas.

Pinto también en la terraza de enfrente

un jardín de lápidas cálidas y hermosas.

Trazo como una medusa de bronce,

un paraíso de cadenas hendiendo en mantillo

el valle diminuto que proclama que es frágil

y sin embargo, dirás tú, sobrevive. 

No hay comentarios: