20 julio 2015
Juana Ríos
Ahora que ya no te basta extender tus manos
sin tocar el humo blanco de las sábanas
que viajan retorciéndose en el azul.
Ahora que olvidaste cómo es volar
y simplemente te dejas caer en el aire
sin preguntar si el fondo de este laberinto de piedra,
acogerá tus huesos de pájaro vencido.
Ahora que la herida en tu costado
ya lloró toda la sangre que le latía a tu dolor,
y ahuyentó tu tristeza malva
las canciones saladas y tibias.
Ahora, rota cada hoja por el acero del huracán,
palpita la savia durmiente de la vida,
escondida como una primavera que espera
la caricia extraña de un sol errante,
en lo más hondo de tus miedos mudos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario