07 septiembre 2015

Octavio Paz



Bajo tu clara sombra
    Un cuerpo, un cuerpo solo, un solo cuerpo
    Un cuerpo como día derramado
    Y noche devorada;
    La luz de unos cabellos
    Que no apaciguan nunca
    La sombra de mi tacto;
    Una garganta, un vientre que amanece
    Como el mar que se enciende
    Cuando toca la frente de la aurora;
    Unos tobillos, puentes del verano;
    Unos muslos nocturnos que se hunden
    En la música verde de la tarde;
    Un pecho que se alza
    Y arrasa las espumas;
    Un cuello, sólo un cuello,
    Unas manos tan solo,
    Unas palabras lentas que descienden
    Como arena caída en otra arena.

    Esto que se me escapa,
    Agua y delicia obscura,
    Mar naciendo o muriendo;
    Estos labios y dientes,
    Estos ojos hambrientos,
    Me desnudan de mí
    Y su furiosa gracia me levanta
    Hasta los quietos cielos
    Donde vibra el instante;
    La cima de los besos,
    La plenitud del mundo y de sus formas.

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