04 octubre 2015

FÉLIX MORALES PRADO

 

CARTAS DESDE PUNTA OSCURA

(del libro “Cuadernos de Maldevo”)


Hoy he visto pasar una bandada de peces gigantes, tal vez ballenas, por el horizonte de la marea alta. Había salido de casa muy temprano y anduve en la tristeza de las casas vacías que están hacia Poniente. Acariciado el corazón por los primeros aromas del Otoño, abandoné esas calles y crucé la leve formación de dunas que las separa de la playa. Aún queda olor de amor entre los juncos. Algún lagarto seco golpeado por las lluvias tempranas que suenan como música al azotar las buganvillas. Las algas que arrastra la resaca en esta primera visión del mar tras el repecho blando, se agarran como símbolos negros y dulces a mi antiguo corazón adolescente. Viejas escenas de fiestas y de sueños. Muchachas que huyen entre risas por aquellos jardines. Vientos que barren la soledad alfombrada por la hojarasca de los álamos. Y agua que limpia en la mañana limpia las losetas rojas de sus caminos que cubrirá la arena. Algún desconocido dejará aquí sus huellas. ¿Quién nos dijo una vez que un barco partiría? ¿Por qué son necesarias las distancias para que la belleza nos visite?

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