10 diciembre 2015
José Cercas Domínguez
¡Oh, asesinos, asesinos, asesinos!
Buscáis la sangre de los mortales,
la sangre de la vida por las playas,
por los estuarios, gota a gota,
cubierta de risas.
Por las palabras secas, sin corrección.
Por los ingratos labios del aire,
por las montañas con sus ciclópeos adjetivos.
¡asesinos confesos! Buscáis la sangre,
la derramáis por las avenidas,
entre los barrios del polvo y la bala.
Sois las manos más ruines de la tierra,
aquellas que imploran la voz de los percutores.
¡oh, asesinos!
Mueran vuestras inconscientes leyes,
sobre estas palabras:
¡Asesinos, asesinos, asesinos!
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