26 diciembre 2015

Olga Orozco




AMANTES




En el abrazo
multiplicábamos panes y peces
-dos jirones de carne enlazados
resucitando bocas de otros tiempos,
gemidos insepultos que perduran
más allá de los rumores de la espera-.

Yo me asía a tu cuerpo
y enclavaba un eclipse de ternura
en la desnuda estela de tu nombre,
y la noche insistía en sorprendernos
ejercitando su deber de hembra
siempre piadosa para los amantes,
siempre dispuesta a perpetrar el celo.
En el abrazo
éramos dos y éramos uno, siempre,
descalzos de temores remontábamos
el hilo de la lluvia
y el amor era un juego que latía
con los ojos cerrados,
sin bostezos abiertos, sin preguntas,
con la certeza del poema escrito
en el recodo exacto del encuentro,
con la ilusión del sol amanecido
impartiendo su luz desaforada
sobre cualquier presagio.



No hay comentarios: