26 mayo 2016

Juan Seoane.








La luz se ha desvanecido,
la luna habita enlutada
en la noche.

Una música de agua borra el silencio,
todo es abundancia
de cicatrices en el aire.

El agua se oscurece lenta como la memoria,
hilos líquidos se inscriben en cristaleras tapizadas de vaho.

El viento, enigma del aire
dibuja sombras envueltas de frío
encima de ciudades blancas.

En sus subterráneos
he leído
lo que la pizarra y el adoquín mantienen inédito.

Sobre ello,
sujeto está el árbol que se presta al sueño,
sus hojas tiene dos gotas de agua
hablando de pasión.


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