05 septiembre 2016

Sonia San Román


Cera



Cuando la cabeza duele
hay en la sien
un nudo de tristeza agazapado,
una madeja de lágrimas fuera de sitio,
una canica de horas no soñadas.

Cuando la cabeza duele
se observa el mundo a media luz
con las gafas caídas y los ojos entreabiertos,
mirando bajito,
con miedo al martillazo.

Así hoy,
con dolor de cabeza,
veo al papa de Roma
huyendo hacia el cielo
(en helicóptero),
caer los salarios,
subir los impuestos,
crecer los sobres marrones
en los bolsillos de los trajes
y derretirse la corona
como la cera líquida,
como el Inocencio X
de Francis Bacon.

Pensándolo bien
puede que sea cera
eso que duele dentro en mi cabeza:
cera dura y compacta
pegada al hueso
entre el ojo y la sien.
Cera de cirio.
Cera de asco.
Cera de cubrir estiércol
para que sigamos comiendo
manzanas podridas.

La cera del engaño,
derretida,
y nosotros, comiendo,
a sabiendas,
carne muerta. 

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