22 diciembre 2016

Felicidad González





Puedo engañar a mis ojos,
aunque cerrarlos no pueda,
y decirles que lo que miran
está en desacuerdo con lo que imaginan.
Engañar a mi corazón
es más difícil,
noto como se encoge,
como se acelera,
como me grita
y me falta el aire
y me roba el aliento,
y me debilita.

Entonces sé,
que no me equivoco,
que estoy en lo cierto,
mi corazón,
... nunca me mentiría.



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