No hay certeza. Todo es puro insomnio
en la sinfonía
de los desdichados.
Yo soy la que
fui convocada en tu duda.
Tú el que
llegaba a contraviento
a la tertulia
de los coleccionistas de naipes.
Fui la
insolente, la que profanó el nombre de la poesía.
Tú sembrabas
almas con ojos incrédulos
bajo el olivo
donde yace el corazón de un poeta.
Dime qué
ocurrió tras el beso de Klimt.
Está escrito
en las líneas de tu mano,
en la nota
inmóvil de un violonchelo.
Cuéntame,
prende la hoguera
que mece el
sueño de una niña extraviada.
1 comentario:
Precioso, y me encanta Klimt.
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