XIII
Una hoja como un pájaro,
un pájaro como una flor,
una flor como la del almendro,
un campo rosa de almendros,
el amor…
el amor que ha roto la cornisa,
y mi piel goteada de lluvia
resbalando
por los no sé qué será y los
porqués.
La luz tan nuestra que guardé entre
los lápices,
la música que me acompaña,
siempre la música que me devuelve a
ti,
a ese limbo que me atrapa, cautiverio
elegido
al que regreso cada noche.
Robaste el oro de mis entrañas para
hacer crecer tu imperio:
cinturón que ardía con la espalda
sobre el verde.
Tú te escondes de la tierra virgen
y su desnudez de agua,
tú te sabes arrullado por los
cipreses del jardín,
tú te mantienes lejos del oro de tu
sueño, del oro de mi sueño.
Tú no sabes llorarle a la aurora,
ni cantar a los tejados,
ni a los gatos callejeros, no sabes
de chimeneas.
Tú no sabes llorar perlas, no
sabes.
Y yo, pretendiendo ser una hoja
como un pájaro,


No hay comentarios:
Publicar un comentario