Te
sentí corriendo en pleno desierto,
con
tus zapatos de charol hacia
ninguna
parte.
Te
sentí llorando en yates de lujo,
en
forma de cayucos camuflados
de
libertad.
Te
sentí sobre mi pecho desnudo,
con
mirada de ángel convertido
en
hombre de color.
Te
sentí en mis manos distraídas,
llenas
de cursilería y de vergüenza
escondida.
Te
sentí en la mirada del espejo
esta
mañana, preguntándome
por mis
sonrisas
y
sueños oxidados.
Del libro : Poesía en la distancia
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