La rucha
Nadie responde
Preguntas que surgen en momentos de duda
Nadie responde
Y el tiempo? ¿quién dirige sus bridas inflexibles? ¿Hasta dónde conducen sus ansias insondables? ¿Por qué perdura más la llaga de su huida que la plata posible de su actualidad? ¿En qué se fundamenta su tarda prontitud? ¿Por qué recuerdo tanto lo que no hemos vivido? ¿Por qué añoro mañana lo que ahora aborrezco? ¿Cuándo es muy pronto o ya, definitivamente, tarde? ¿Por qué voy hacia atrás, quién me llama a menudo; qué resplandor es ese que se derrumba allá, como un alud inmenso de memoria? ¿Es esta la manera de no asentirme nunca? ¿La más honesta muestra de mi desconfianza? ¿Acaso una condena tal como la costumbre, el tedio, la indolencia, la angustia o el carácter?
¿Cómo sé cuánto amor me queda junto a ti? ¿Cómo inserto más yo en las causas que te hacen desearme? ¿A quién elevo el resto de la voz que te he dado? ¿Podremos terminar a la vez el trayecto? ¿Por qué no nos revelan el fin desde el principio? ¿Y si así fuera, entonces te admiraría más hondo, sabedor de la marcha? ¿Te encontraría de nuevo, incluso mucho antes? ¿El adiós nos limita; nos condiciona esta precaria permanencia? ¿Percibimos el aire, conscientes de la asfixia? ¿Evocamos el humo cuando se desvanece? ¿Contorna nuestros ojos la muerte inevitable?
Tantas incertidumbres para tan nimio lapso. Tanto dolor intenso en tantos corazones. Tan grande humanidad con tan poco coraje? ¿A quién interrogar? ¿A quiénes requerir que rindan cuentas? ¿De dónde esta negrura, este incesante acoso quién lo nutre? ¿Quién abastece el mundo con su maleficencia? ¿Quién hay? ¿Qué es este silencio? ¿Quién lo escribe en mi nombre? ¿Qué señales debiera pronunciar su mudez? Nadie responde. Nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario