10 diciembre 2017

Lilia Cenobia Ramírez Carrera

despedida inminente

I

Yo te nombro en el agua y en la tarde, en cada rincón de nuestra casa.

En el jardín han brotado recientes humedades
desde el contorno de las piedras nuevas.

Los silencios no tienen edad: se ocultan en los reportes de hospital, en las recetas médicas, en esa constante marca entre las cejas, en el árbol de mi niñez del que colgaba un columpio que se ha roto. 

II

Decir adiós es un instante doloroso que rompe la piel, una piedra en el fondo de nuestro mar. Se requiere perder la cordura y el apego, caminar por el arrepentimiento durante muchos años. Decir adiós es un infierno que desata un camino de hormigas en las manos. Solo una palabra y terminas de arder en una hoguera que ya no bañará la luna, pero sana el alma.


Despedirse no siempre es insensato: tiene un lado oscuro y uno claro. 

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