Al despertar
Las
madrugadas tienen un hálito de misterio,
poco se
de ellas
quizás
conozcan cada
respiro
de este
tejido humano que se contrae
ante la
luz de ajenos intereses.
La
conciencia que me llega de sus albores
me deja
en el espíritu
el enorme
vacío de una década
forjado a
golpes
sucesivo mazo
de los desencantos
que desgajan
la entraña
arrojando
nostalgia
a la
mirada.
Pero la
aurora ha de intimar con los sueños,
es madeja y aguja del sentimiento
y la
palabra
el hilo
de luz
que zurce
las heridas,
advirtiendo
el color de los labios
fruncidos
de brisas
conjeturas
Oír recitar
el verso matutino
en cada trama de la carne viva,
inscribe el
drama que bulle en la memoria
y señala
las huellas
de ese dogma
que cae para siempre.
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