11 diciembre 2017

San Galisan








Humo detrás del cristal
Pienso que echaré de menos, mañana, cada mañana, el resto de mis mañanas, el sonido de tus pasos junto a los míos…
Hasta ayer, aceleraba mis horas para encontrar la mirada de unos ojos que se anunciaban desbordando ternura.
Así amanecían mis días, con la esperanza del encuentro. Sabiéndote, todo tenía otro color.
Ahora esa sonrisa que abraza, no me acompañará a traspasar la línea que separa este mundo y el que tú ceñías a mi cintura. Lo haré sola, como me enseñaste.
–No temas nada –me decías– cierra tus ojos y siente. Adelanta un paso y adéntrate. Estarás a salvo; allí te encontraré.
Te hubiese hablado de esta ausencia y del deseo de que no cambiasen nuestras vidas, pero entonces en tu rostro se hubiese reflejado la tristeza. No teníamos tiempo para eso.
Llueve. El paraguas solo cubre mi cuerpo y el aroma de una evocación… Ahora no sé precisar cuando la costumbre se hizo deseo.
Hoy solo me duele dejar atrás tu compañía. Los toques fortuitos, esas risas cómplices, la voz que narra, que cuenta, que desvela… la respiración entrecortada.
¡Qué fácil es acostumbrarse a lo bueno y qué triste regresar a la realidad!
Mis lágrimas apenas me dejan ver cómo te vuelves humo tras el cristal…


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