21 enero 2018

Jose María Parreño

 




De todo lo que vuela y nos hace sufrir,

nada más compasivo y simple que la
lluvia,

nada tan frágil y a la vez tan invicto

y nada con su misma promesa de frutos y verdor.

Mírala,

como un mar derrumbado,

como ruinas de una atmósfera de agua que existió.

Muchas veces me empapa de nostalgia y me hace nudos

que escuecen al tragar.

Será porque la lluvia

cubre bosques que has amado conmigo,

nos ha mojado juntos, imparcial, minuciosa,

en lejanas provincias junto al mar.

Y para siempre tendrás lo que te he dado,

de mi regalo nunca podrás huir

ni devolvérmelo.

Y cuando llueva, cada gota en tu cuerpo será un beso,

un beso que no pude nada a cambio,

que atravesará los impermeables,

los paraguas,

diciéndote con su idioma monótono y dormido

que te quiero.



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