AÑO 2000
Aún
llevo dentro
el
niño que un día
de
finales de los sesenta
jugaba
con su compañero de pupitre
a
descubrir cuántos años
tendría
en el dos mil
y
al comprobar
que
serían cuarenta y dos
exclamaba
entre risas
¡Seremos
viejos!
Y
ya pasé los cincuenta
y
he dado vida
y
compartido muerte
y
me duele este poema
como
cada uno de los años
con
los que no supe qué hacer
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