ANCLADO EN EL OLVIDO
Cuan
rompedor y trágico es el olvido…
No me
llames, aun en mi errar,
pues errante
quedo
por los inhóspitos
parajes sin destino.
Callejuelas
cerradas y ásperas,
de duro
adquinado,
en simples
zapatillas,
que me
hallan desnudo,
pasos de
pústulo rumbo
que me
golpean de monotonía.
Y tú, me
encuentras cerrado,
compungido y
pobre,
y yo, te
tropiezo sin abertura,
sin una
mísera apertura.
Y me pudro
solo.
Solo,
solitario, soledad.
Palabras que
me llenan de dudas el corazón,
que claman
tu atención.
Miedo,
terror, temor, pavor.
Sentimientos
de día tras día,
de noches
con noches,
mi casa es
mi cárcel,
mi luz es mi
sombra,
mi sombra,
mi figura.
Cárcel,
sombra, negrura.
No me llames
más,
soledad y
olvido…
En el vórtice
de mi ansiedad
os lanzo mis
lívidas manos,
os ofrezco mi
voz como hermano,
carezco de
otra cosa,
solo toma
mis manos y mi voz.

1 comentario:
Gracias, amigo. Es un poema especial para mí. Cuánta gente sola, olvidada.
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