03 abril 2008

Esther Seligson




Escritora y traductora mexicana. Nació en la ciudad de México. Estudió Literatura Española y Francesa en la Universidad Nacional Autónoma de México, Historia del Arte en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y cultura judía en el Centre Universitaire d’Études Juives (París) y en el Mahon Pardes de Jerusalén. En 1969 fue becaria del Centro Mexicano de Escritores. Ha impartido clases de historia del teatro y de pensamiento judío, y ha coordinado talleres de arte escénico en distintos centros universitarios. Ha colaborado en numerosos medios escritos y traducido la obra del filósofo Emile Michel Cioran. Novelas: Tras la ventana un árbol (1969), Otros son los sueños (1973, Premio Xavier Villaurrutia), La morada del tiempo (1981) y Sed de mar (1986). Cuentos: Luz de dos (Premio Magda Donato), Indicios y quimeras, Isomorfismos (1991). Poesía: Diálogos con el cuerpo (1981), Tránsito del cuerpo (1977), De sueños, presagios y otras voces (1978). Ensayo: Las figuraciones como método de escritura (1981), La fugacidad como método de escritura (1989) y El teatro, festín efímero (1990).





(Fragmento)

–Madre, abre tus brazos nuevamente,
desnúdame, mar adentro, con las yemas de los dedos.
Soñaba.
Me soñaba hundida en el destello de sus ojos.
Abismo en el abismo, a tragos cortos inhalaba
mi exhalación, y mamé de su cólera el sosiego.
Con trece espinas de luz tañía el Danzante la rosa.
Con trece pétalos penetró mis sentidos:
gavilla descendí, líquida de polen.
Con veintiséis pistilos colmó toda hondura y grieta.
Las aguas anegaron la memoria inútil,
la casa en ruinas, la raíz expuesta.
Limpia de cicatrices, vine a ser un resplandor en el santuario,
un cántico entre mis auroras dando tumbos en la hoguera.
“Sacerdotisa en el centro del Árbol
Yo soy la Reina de Bastos
La totalmente Ella misma
Si vienes tocón mutilado a ofrecer astillas
Te abrasaré
Si fueres tronco entero
Tu grosura hermosearé
Por mí se llega a la plegaria quieta.”
La hora del silencio borra mi huella.
Las arenas queman la planta del pie.
El bullicio de la fiesta bate en pleno.
Hoy me duele la vida como si fuera
un tajo de cuchillo en las muñecas.
Me abruman los hechos de violencia
que cunden el filo de mi propia recóndita agresión.
La hora del silencio.
Esa fracción de segundo cuando pausa la mar
y sobre el lomo de las olas somnolean las barquillas.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Siento este poema como una oración, que podría hacer en cualquier momento del día.