Después que hubimos entonado el alegre peán,
entrelazadas, como se entrelaza una corona de hiedra
y pámpano, y de esta manera perecían Ebe todas ellas.
Y alguien, entonces, vio que las arreboladas flores
puestas en una hidria de bella forma, iban per-
diendo su color, lentamente.
Del libro " La lluvia perseguida "
Fotografía de : Autres Travaux
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