27 septiembre 2008

POEMA DE HERME G. DONIS



Bio-bibliografía


Herme G. Donis nació en Villalón de Campos (Valladolid) en 1951, aunque desde su infancia se encuentra ligada a Asturias.Codirigió la revista de literatura Hydra (1973-1976) y la colección poética Cuadernos de Cristal (1982-1991). Asimismo, ha coordinado el suplemento cultural semanal “Jueves Literarios” (1982-1985) del periódico local “La Voz de Avilés”.Ha publicado los libros de poesía Catón de infancia (Avilés, 1983), Marginalia urbana (Oviedo, 1986), El fuego desvelado (Madrid, 1987), Mientras el tiempo pasa (Mieres del Camino, 1989), Peregrinas andanzas (Gijón, 1997), libro seleccionado para el Premio Nacional de Poesía, 1998 , y Vida y memoria (Antología 1983-2002). Ha sido incluida en varias antologías.Actualmente reside en Madrid, donde colabora asiduamente en diversos diarios y revistas especializadas en literatura.










NADIE


Quizá haya sido alto, rubio, libre,

quizá moreno, torpe y orgulloso como un Cíclope,

quizá un hombre sin patria, sin edad,

quizá un sueño, una sombra que desde siempre

vaga por los puertos en un ir y venir


más eterno que el mar y mira con tristeza

el horizonte del que surgen los barcos

que llegan de otros pueblos, que traen

costumbres de geografías distintas,

la luz y la angustia de quien vivió

por tantos mares luchando por salvar


y salvarse, por abordar costas

deseadas, días felices sin retorno.

Quizá este marinero viejo y cansado

que en un puerto cualquiera

se acerca despacio a pedir

tabaco a los turistas

sea quien dice cuando al conseguir

un cigarro enseña una moneda

de cincuenta dracmas

con la efigie de Homero,

y salpicada de jergas balbucea

la historia increíble

de que fue ese cabrón quien le hizo

volver con Penélope:

Estaba contento cuando me sentía

más pequeño que un guijarro

frente a las tempestades, nadie,

mas me subleva ser nada aquí en tierra,

ahogarme en el vaso de vino que bebo cada día.

Nosotros sonreímos, le damos más tabaco

y nos alejamos con la anécdota

bien anclada a los recuerdos del viaje.

Pero entre la realidad y los sueños,

algunos días creo que esa moneda

con la efigie de un anciano

que guardo entre mis cosas

me la dio el propio Ulises.

Sus ojos eran nostalgia.

En la orilla, sin la esperanza de otro naufragio,

el clamor del mar los devoraba.

de Peregrinas andanzas, Llibros del Pexe, Gijón, 1997
Foto de Toni Grimalt

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