21 noviembre 2009

Eduardo Boix

Saltar la tapia.

Asaltar el camposanto buscando razones.

Razones para el amor.

Encontrar unos claveles blancos junto

al retrato de un niño vestido de comunión.

Ver una luz y correr.

Saltar la tapia de nuevo.

Y sentir su sorpresa en forma de abrazo.

-Son preciosos Adán. No hacia falta que…

Tapar con el índice su boca y sellarla con un beso.

Corto.

-Hace tres años que nos conocemos, vida.-

y nunca me han faltado estos claveles blancos.

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