24 septiembre 2010

GIRAPOEMA





AL VINO METAFORICO DE LOS POETAS


Con palabras, reconstruyo los puentes rotos, entre la reali-dad y el corazón. Con residuos o fragmentos de mis recuer-dos, armo metáforas y una extensa antología, para acercar-me con claridad a quienes me leen; a esos ilustres desconoci-dos que rescatan añoranzas e imágenes de tiempos pasadas, que muchas veces creemos que fueron mejores. La contem-poraneidad o la modernidad de los textos, se encriptan de-ntro de unidades de tiempo, como pequeñas arcas noeleras. Los poetas nos distanciamos de la realidad, para acercarnos al objetivismo de los sentimientos, experimentando palabras y seleccionando ―novísimas‖ fórmulas. Un poemario siempre será, la antología temporal de unos experimentos estéticos; a veces son la memoria de esos momentos, que pasamos en un rincón del infierno o del cielo. Con la sensibilidad de los gritos del silencio, hemos construido imágenes con ruidos fastidiosos para los sordos, que ignoran los discursos de los desdentados. No creo que el poeta, vomite en vano sobre la arena. Las palabras no son naufragios obsoletos, ni los poe-marios un basural de recuerdos, cuando la experiencia resca-ta de la espuma el sabor que nos ancla, a una vanguardia revolucionaria; a unos versos concretos y esclarecedores, que nos permiten evadirnos hacia un postmodernismo, hacia el paraíso real de los sueños, hacia la primavera de las ilusiones. Sobre el lodazal despiadado se pudren los murtos, como los pulmones que los fumadores amarran con alam-bres, para aferrarse con las uñas a la vida. Nadie se entierra vivo por un amor muerto, ni vale la pena llorar como marico-nes, por un apego calcinado en un absurdo despeñadero. Nunca regresará verde el tiempo que se fue ni la belleza con aroma a azahar, después de partir de un verano ardiente, hacia un invierno donde la mortandad, tiene alas como la guerra mercuriana. Tengo confianza, en la victoria gloriosa
de la mujer; en la victoria de sus cantos azules y del rojo derramado por palabras con corazón, sobre páginas blancas. La belleza de sus metáforas, son como el aceite de oliva, para la sangre en ayunas; el res-plandor de sus vocablos bailarines, vuelan entre la realidad y la fantas-ía, como el arco iris que nos enlaza con el mundo de Nudelot, de las hadas y de los gnomos. El vino aguerrido de las metáforas, borra toda la basura evadida, a la labor social de las escobas. La armonía gloriosa de las vidas, a veces aúlla feroz como revólveres hambreados; Hay des-tinos que a veces olvidan para siempre, algunos nombres turbios, para aliviar el pecho de la burguesita, que vivía pendiente de la cartera y de los besos eléctricos, que la hacían bramar y no eran los míos. Recojo el temblor vencido, de las luchas contra el mar. Mi corazón sangra, como un pulmón con una herida de bayoneta. Los desengaños nos devoran, como las pérfidas derrotas. Desnudo como mis versos, callo las pala-bras valerosas que escribí con fuego, para poder enterrar en el mar, a la aurora que se apagó; como el fogonazo homicida que redujo al co-razón, a un montón de escombros.
Héctor ―El Perro Vagabundo‖ Cediel
Colombia

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