DE CERCA
PILAR FRAILE AMADOR
Pilar Fraile Amador (Salamanca, 1975).
Es profesora de Filosofía; actualmente se dedica a la labor editorial. Fue
Premio de Poesía de la Universidad de Zaragoza en 2005. Accésit de Poesía en el
Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid en el año 2004 y 2005.
Ha publicado los libros de poemas La
pecera subterránea (Amargord Ediciones, 2011), El limite de la ceniza (Prensas
Universitarias de Zaragoza, 2006); y dos plaquettes: Antídoto (La República de la
imaginación, Ed. Legados, Madrid 2009) y La disección de los insectos (Pánica 2,
Ed. Delirio, Salamanca, 2006). Poemas suyos han sido publicados en diversas
revistas como Hache, Alhucema o las
electrónicas: 7de7, Pata de gallo o
La dama duende. Actualmente coordina las actividades de
difusión de la poesía de la asociación Indómita (www.redindomita.blogspot.com).
Parte de su obra inédita ha sido traducida al inglés por el poeta Forrest Gander
y ha aparecido en la revista de la universidad de Houston Gulf Coast Magazine. En 2010 codirigió,
junto a los poetas Esther Ramón y Alejandro Céspedes el programa de radio de
poesía Definición de Savia en el
Círculo de Bellas Artes de Madrid. Actualmente cursa su doctorado en Literatura
en la Universidad Complutense de Madrid e imparte clases de escritura
creativa.
los
cazadores aparecen en los días más fríos del invierno. huellas de barro en la
entrada de la casa. cuerpos de pieles grisáceas que cuelgan de los ganchos
oxidados en la pared de la cocina. cercos rojizos en la mesa de madera que
gotean por las rendijas y alcanzan el suelo. dibujos de estrellas. dibujos de
monstruos marinos que hemos visto en sueños. esa misma noche.
las mujeres
se mueven deprisa y en silencio. los cazadores se han sentado junto al fuego y
miran con unos ojos que no hemos visto nunca. hay algo rojo también en sus
miradas. algo que gotea y duele.
las mujeres
arrancan las pieles. cuelgan de nuevo los animales en los ganchos y se encierran
allí con todos los ojos negros desprovistos de luz y en el suelo las sombras de
los pequeños cuerpos.
los
cazadores empiezan a levantarse a emitir sonidos guturales a tocarse con deleite
algunas zonas del cuerpo.
entonces
corremos a escondernos en la cocina. entre sus
paredes
agrias cubiertas de grasa y moho donde las mujeres vuelven a hacer de la muerte
algo comestible
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