28 agosto 2012

Andrea Cote



ANDREA COTE BOTERO

Andrea Cote nació en Barrancabermeja, Santander, el 27 de julio de 1981. Es poeta y profesora universitaria y ha sido colaboradora del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Estudió Literatura en la Universidad de los Andes, de Bogotá. Actualmente realiza estudios de Doctorado en literatura latinoamericana en la Universidad de Pennsylvania. Ha publicado los libros Puerto Calcinado (Poemas, 2003); Blanca Varela y la escritura de la soledad (Ensayo, 2004); Una fotógrafa al desnudo (Biografía de Tina Modotti, 2005); A las cosas que odié (2008), incluido en la antología de la nueva literatura colombiana Transmutaciones (España 2010). En el año 2002 recibió el premio nacional de poesía joven de la Universidad Externado de Colombia y en el año 2005 recibió el Premio Mundial de poesía joven «Puentes de Struga», otorgado por la Unesco y el Festival de Poesía de Macedonia. Su libro Puerto Calcinado ha sido parcialmente traducido al Inglés, Francés, Italiano, Macedonio, Árabe y Catalán. La versión en Italiano de este libro recibió en Italia el Premio al mejor libro de poesía editado “Citta di Castrovillare. 2010”. Des­de 1999 forma parte del comité edito­rial de la revista de poesía latinoa­meri­ca­na Prometeo y del equipo organizador del Festival Internacional de Poesía de Me­­dellín. Reseñas li­terarias, cró­ni­cas y artículos suyos han si­do pu­bli­ca­dos en diversos medios de co­mu­nica­ción en Co­lombia, México y Esta­dos Unidos. Su poesía evoca de manera penetrante y con un lenguaje intenso y hondo, la memoria de su tierra natal y temas como el amor, el erotismo, el lenguaje, la muerte, la extrañeza del vivir. Según lo señala la poeta colombiana Piedad Bonnett «Andrea Cote es hoy por hoy una de las voces jóvenes más interesantes de nuestra poesía. La suya recrea, en un lenguaje ambiguo, pleno de significados, un mundo muy propio, de tendencia intimista, poblado de elementos recurrentes que señalan la urgencia de sus fantasmas, la necesidad de transformar la experiencia en palabra». Y al decir de Juan Manuel Roca, «Sus poemas, atentos al transcurrir de un tiempo agreste, revelan un impulso por no escamotear ni la tragedia, ni el olvido, en los que se envuelve nuestro drama individual y colectivo. Es la suya una poesía reflexiva que busca la expresión de un paisaje calcinado en imágenes justas, en ritmos diversos».


Ver llover

Sé que la lluvia también es un dios, atroz como el otro, calmo como el otro. Lo
sé porque veo a los hombres pronunciar alelados los dos nombres posibles de la
lluvia en sus tardes más grises, diciendo:
ven y bórralo todo,
ven y llénalo todo.
Y siento la fe del hombre que trabaja por el premio de la lluvia, que es el agua
misma que la tocó a ella, que la bañó a ella, en la que ella ya durmió. Y sé que a
todos les espanta ese rumor a cuentagotas que viene con su misma cantata sin
desuso y obliga a correr apresurados y cerrar las puertas de las casas que
de no ser así se llenarán de lluvia
y serán de la lluvia hasta caer.

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