19 noviembre 2012
La maestra
«La aldea quedaba inquieta y silenciosa
como un pájaro con las alas cortadas».
JOAQUÍN LERA
Recordar es noviembre,
domingo,
siempre.
Repicar de campanas.
Repicar
de campanas.
La gente, acicalada de domingo.
El cielo, impregnado de una brisa narcótica
y la cabeza de la aldea, más grande que Gúlliver,
reposando en la Ermita del Cristo.
Repicar de campanas.
Levantaban el vuelo bandadas de estorninos.
El cielo ondeaba como manga vaporosa de verano
sobre su calle, que era / un brazo relajado del gigante.
Repicaron las campanas. (En esta ciudad
dañada del presente
todos fueron ensordecidos).
todos fueron ensordecidos)
Las campanas tocaron a vuelo.
Fue un sonido cosquilleante.
Existía una majada al oeste del río.
Allí anidaba el campaneo,
entre la hierba y las chumberas, en un corazón loco.
¡Qué loco!
Las campanas tocaron ese día a rebato.
Las nubes formaron un rebaño pastando sin lobo.
Faltaba mucho tiempo para que por la majada
cruzase una larga carretera.
Qué extrañamente resonaron las campanas
al cruzar abrazados el puente ferroviario.
Oscila un badajo en el cobre de noviembre.
Un bálsamo para el difunto que duerme.
(Difunto es la palabra que huele a flores.
Heliotropo. Crisantemo. Difunto.)
Tañían las campanas. Qué perfume dulzón.
Noviembre, domingo, siempre.
La cigüeña, noble y muda condesa del campanario.
El ángelus.
Noviembre, domingo, siempre.
De: Curier. Los trenes del sur
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