07 febrero 2013

Balbina Prior




BALBINA PRIOR

Balbina Prior. Nace en Villaviciosa de Córdoba y es licenciada en filología inglesa por la Universidad de Granada. Ha realizado cursos de postgrado en las universidades de Westminster (Londres) y Harvard (Massachussetts). Ejerce como profesora de inglés en el IES “Séneca” de la ciudad de Córdoba desde 2010. Pertenece al PEN Club de España. Sus trabajos se han publicado en diversas revistas literarias y suplementos culturales. Además, lleva participando activamente en variados proyectos poéticos desde los años ochenta como Propaganda Literaria, Poesía 70 de Juan de Loxa, o Píntalo de verde de Antonio Gómez. Ha sido articulista del diario Córdoba y en traducción sus primeras incursiones han sido realizadas sobre la obra de Emily Dickinson, Donald Hall y la poeta inglesa del siglo XVII Aphra Behn, cuya primera entrega, Desengaño, inauguró la recién aparecida antología Las fábulas del deseo y otros poemas (Sial, 2004). Dirige el proyecto editorial Aristas de Cobre, dedicado a publicaciones de poesía, relato y traducción. Ha sido incluida en las siguientes antologías: Poetas Cordobeses de los 90 (Córdoba 1987); Cratera (Córdoba, 1989), Guía de Artistas y Escritores Contemporáneos Andaluces (Málaga,1997), Quinta del 63 (CELYA, Salamanca, 2001), Mujeres y Letras (La Lejana, Barcelona, 2001), Cuadernos del Mediterráneo (El Toro de Barro, Cuenca, 2001), la antología poética femenina en lengua española del siglo XX, Mujeres de Carne y Verso, editada por La Esfera de los Libros, 2001; Entonces, Ahora (Rivas-Vaciamadrid, 2003); La Paz y la Palabra (Odisea Editorial, 2003); Pólvora Blanca (Córdoba, 2003), Ilimitada Voz (Universidad de Cádiz, 2003), Voces del Extremo (Fundación Juan Ramón Jiménez, 2006), entre otras. Ha sido traducida a diversas lenguas como el francés, inglés y portugués. Asimismo ha recopilado sus trabajos sobre tema genérico en Poetisa: Historia de una Máscara (Córdoba, 2005) y ha coordinado una antología de más de 70 poetas de numerosos países contra la violencia de género titulado Final de Entrega. Su obra se ha reseñado en ABC Cultural, Babelia, El Cultural de El Mundo o Cuadernos del Sur; así como en numerosas revistas españolas (Ínsula, El Maquinista de la Generación, Turia, La República de las Letras) e internacionales como Hofstra y Baquiana (Estados Unidos), Bíblia y Singularidades (Portugal), de cuyo consejo asesor forma parte. Ha publicado los títulos de poesía Soldado de Rodas (Laberinto de Fortuna, 1993), Perversidades (Cuadernos de Ulía, 1994), Poemas en Off, Ladrones de miel (El Toro de Barro, 2000) Poesía SL o En los andenes de la Era Heisei (A la Luz del Candil, 2001), con el que obtuvo el Premio Ciudad de Móstoles, y Frágil Sinfonía (Valencia, 2003). Ha recopilado sus trabajos de tema genérico en Poetisa: historia de una máscara. Su último libro de poesía apareció en 2008 bajo el título Timos de la edad desnuda (Sial SL Ediciones). En narrativa ha publicado Los Dragones Rojos. Su actividad poética y literaria le ha llevado a participar en numerosos foros nacionales e internacionales como el Círculo Andaluz de las Letras, el ciclo de Poesía Viva de la Biblioteca Nacional, “Poesía Ultimísima” de la Fundación Rafael Alberti o Encuentros como el celebrado en Chile “Tras la Huella del Poeta Pablo Neruda. Ha coordinado la obra Trato preferente. Voces esenciales de la poesía actual en español, editada en 2010 por Sial SL Ediciones.
La poesía de Balbina Prior presenta una visión desencantada e irónica sobre los amores, el paso del tiempo, los problemas del mundo globalizado, la fe en Dios o la propia creación poética. Donde mejor refleja este concepto creador es en “La vieja fábrica en llamas”, texto que reproduzco a continuación:
Considerarse poeta es una gran osadía, teniendo en cuenta que sólo éste sale indemne de la vieja fábrica en llamas que es la creación poética. El verdadero poeta se adentra en ella a pecho descubierto, y aún así, logra sacar enseres únicos, esas raras piezas que antes nadie consiguiera rescatar. Cada uno entra por ese infierno en diferentes ocasiones en la vida. Se entiende como un rito iniciático fundamental y como parte del juego de la existencia del Arte, nunca como un acto temerario y sin sentido. Es evidente que pocos son capaces de salir indemnes, los más son consumidos en las llamas, y no se vuelve a tener noticia. Aunque la inmortalidad de la obra literaria sólo sea privilegio para unos cuantos, todos los que se arriesgan cumplen su misión, ya sea de sedimento para nuevos intentos o como ceniza que regula la intensidad del fuego. Sin experiencias anteriores no hay lugar para el éxito, incluso pareciera que las más dramáticas circunstancias precedentes ayudan en la consecución del avance.
He visto, oído y, sobre todo, he leído la aventura de demasiados heridos. Así que, como por mis venas corre la tradición picaresca me he ayudado de una pizca de astucia para no salir con quemaduras de tercer grado en el primer intento. Y pensándolo muy bien me he envuelto en una vasta manta, empapada de lecturas, como si de agua bendita se tratara, para lograr sobrevivir. Cuando esté preparada, y no tardará en llegar otra oportunidad, tengo el propósito de indagar desnuda y sin abalorios entre el asfixiante humo, las sofocantes temperaturas, las llamas y los rescoldos por si encontrara algo de valor que perdure para siempre.
Antes de llegar a esa vieja fábrica mi deseo ha sido transitar por todas las autopistas poéticas y, desde luego, por las carreteras secundarias y los caminos de tierra. Esto es lo que más disfruto, pero me cuesta demasiado tener que pagar peaje obligatorio. Debo decir, eso sí, que he aprendido a interpretar la realidad a través de todos los que he conocido por esa arriesgada tarea. Mi costumbre es nutrirme de todos los que circulan o circularon por esas difíciles vías, aceptando incluso los numerosos atascos. Pero lo más terrible son los accidentes, de los que surgen las auténticas víctimas literarias que pueblan la intrahistoria de la Literatura. Y como esos accidentes son frecuentes, reconozco que no he sido presurosa ni ambiciosa en la carrera por la publicación. Y abusando del verso de Kavafis: "Itaca me ha regalado un gran viaje", sin duda, la poesía o borrosa Ítaca ha sido la que me ha ofrecido esta hermosa y complicada andadura.
Y por último hablarles de la “normalización genérica”. Dedicarle unas palabras a los compañeros poetas y escritores varones, (a algunos sé que no necesitaría decírselo): no incendien la casa antes de construirla. Las poetas y escritoras se han ganado el derecho a expresar sus pensamientos y sus deseos. No son floreros para encuentros literarios, ni cuotas para conformar a las peticiones políticamente más correctas. Los poetas varones nos han suplantado y han reflejado incluso hasta bien nuestros sentimientos durante siglos, lo que no deja de ser una tragedia, pero no hay como la expresión genuina. Como ejemplo de la travesía que las escritoras han recorrido habría que mencionar la evolución de la palabra “poetisa”, que es la punta del iceberg de una problemática genérica, humana y literaria. El término “poetisa” adquirió connotaciones peyorativas, principalmente en el siglo XIX, a consecuencia de las numerosas aspirantes sin cualificación, por falta de estudios que les estaban prohibidos, y por la declarada misoginia de siglos anteriores. Por eso se inició un proceso de rechazo de la palabra poetisa por parte de las mismas autoras, comenzando a principios de siglo y agudizado en los años 60 y 70. Ninguna autora se ha querido denominar desde entonces “poetisa”, vocablo que fue atacado con virulencia. Fue la Primera Reacción, nadie en su sano juicio quería asumir tan pesada carga, por eso lucharon por denominarse “poetas”. Recientemente, el término está en regeneración, algunas poetisas pertenecientes a las nuevas generaciones sin complejos hemos decidido poner fin a esa travesía de penalidades, por cierto, todavía no advertida por numerosos poetas varones. Se está tratando de recuperar el antiguo nombre “Poetisa”, denostado durante tanto tiempo. No sé si veré la pérdida de esa carga negativa, pero en todo caso hay que publicitarlo en la menor ocasión que se presente, porque no se trata sólo de un problema filológico. El término “Poetisa” no es Historia de dos Ciudades, título dickensiano, sino Historia de dos Reacciones. 


He Coleccionado Siempre Amores


Colecciono experiencias
como relojes, sellos o postales del extranjero,
como discos que usas
y no vuelves a escuchar.
He coleccionado siempre amores,
pasatiempo infame de mi generación,
amores desechables, para colgarlos
en cualquier estante como recuerdo,
hasta ayer mismo que encontré
tus ojos verdes en el rellano de la escalera.

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