BALBINA PRIOR
Balbina Prior. Nace en Villaviciosa de Córdoba y es
licenciada en filología inglesa por
La poesía de Balbina
Prior presenta una visión desencantada e irónica sobre los amores, el paso del
tiempo, los problemas del mundo globalizado, la fe en Dios o la propia creación
poética. Donde mejor refleja este concepto creador es en “La vieja fábrica en
llamas”, texto que reproduzco a continuación:
Considerarse poeta es una
gran osadía, teniendo en cuenta que sólo éste sale indemne de la vieja fábrica
en llamas que es la creación poética. El verdadero poeta se adentra en ella a
pecho descubierto, y aún así, logra sacar enseres únicos, esas raras piezas que
antes nadie consiguiera rescatar. Cada uno entra por ese infierno en diferentes
ocasiones en la vida. Se entiende como un rito iniciático fundamental y como
parte del juego de la existencia del Arte, nunca como un acto temerario y sin
sentido. Es evidente que pocos son capaces de salir indemnes, los más son
consumidos en las llamas, y no se vuelve a tener noticia. Aunque la inmortalidad
de la obra literaria sólo sea privilegio para unos cuantos, todos los que se
arriesgan cumplen su misión, ya sea de sedimento para nuevos intentos o como
ceniza que regula la intensidad del fuego. Sin experiencias anteriores no hay
lugar para el éxito, incluso pareciera que las más dramáticas circunstancias
precedentes ayudan en la consecución del avance.
He
visto, oído y, sobre todo, he leído la aventura de demasiados heridos. Así que,
como por mis venas corre la tradición picaresca me he ayudado de una pizca de
astucia para no salir con quemaduras de tercer grado en el primer intento. Y
pensándolo muy bien me he envuelto en una vasta manta, empapada de lecturas,
como si de agua bendita se tratara, para lograr sobrevivir. Cuando esté
preparada, y no tardará en llegar otra oportunidad, tengo el propósito de
indagar desnuda y sin abalorios entre el asfixiante humo, las sofocantes
temperaturas, las llamas y los rescoldos por si encontrara algo de valor que
perdure para siempre.
Antes
de llegar a esa vieja fábrica mi deseo ha sido transitar por todas las
autopistas poéticas y, desde luego, por las carreteras secundarias y los caminos
de tierra. Esto es lo que más disfruto, pero me cuesta demasiado tener que pagar
peaje obligatorio. Debo decir, eso sí, que he aprendido a interpretar la
realidad a través de todos los que he conocido por esa arriesgada tarea. Mi
costumbre es nutrirme de todos los que circulan o circularon por esas difíciles
vías, aceptando incluso los numerosos atascos. Pero lo más terrible son los
accidentes, de los que surgen las auténticas víctimas literarias que pueblan la
intrahistoria de la
Literatura. Y como esos accidentes son frecuentes, reconozco que no
he sido presurosa ni ambiciosa en la carrera por la publicación. Y abusando del
verso de Kavafis: "Itaca me ha regalado un gran viaje", sin duda, la poesía o
borrosa Ítaca ha sido la que me ha ofrecido esta hermosa y complicada andadura.
Y por
último hablarles de la “normalización genérica”. Dedicarle unas palabras a los
compañeros poetas y escritores varones, (a algunos sé que no necesitaría
decírselo): no incendien la casa antes de construirla. Las poetas y escritoras
se han ganado el derecho a expresar sus pensamientos y sus deseos. No son
floreros para encuentros literarios, ni cuotas para conformar a las peticiones
políticamente más correctas. Los poetas varones nos han suplantado y han
reflejado incluso hasta bien nuestros sentimientos durante siglos, lo que no
deja de ser una tragedia, pero no hay como la expresión genuina. Como ejemplo de
la travesía que las escritoras han recorrido habría que mencionar la evolución
de la palabra “poetisa”, que es la punta del iceberg de una problemática
genérica, humana y literaria. El término “poetisa” adquirió connotaciones
peyorativas, principalmente en el siglo XIX, a consecuencia de las numerosas
aspirantes sin cualificación, por falta de estudios que les estaban prohibidos,
y por la declarada misoginia de siglos anteriores. Por eso se inició un proceso
de rechazo de la palabra poetisa por parte de las mismas autoras, comenzando a
principios de siglo y agudizado en los años 60 y 70. Ninguna autora se ha
querido denominar desde entonces “poetisa”, vocablo que fue atacado con
virulencia. Fue la Primera
Reacción , nadie en su sano juicio quería asumir tan pesada carga,
por eso lucharon por denominarse “poetas”. Recientemente, el término está en
regeneración, algunas poetisas pertenecientes a las nuevas generaciones sin
complejos hemos decidido poner fin a esa travesía de penalidades, por cierto,
todavía no advertida por numerosos poetas varones. Se está tratando de recuperar
el antiguo nombre “Poetisa”, denostado durante tanto tiempo. No sé si veré la
pérdida de esa carga negativa, pero en todo caso hay que publicitarlo en la
menor ocasión que se presente, porque no se trata sólo de un problema
filológico. El término “Poetisa” no es Historia de dos Ciudades, título
dickensiano, sino Historia de dos Reacciones.
He Coleccionado Siempre Amores
Colecciono experiencias
como relojes, sellos o postales del extranjero,
como discos que usas
y no vuelves a escuchar.
He coleccionado siempre amores,
pasatiempo infame de mi generación,
amores desechables, para colgarlos
en cualquier estante como recuerdo,
hasta ayer mismo que encontré
tus ojos verdes en el rellano de la escalera.

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