26 marzo 2013

Ángela Figuera Aymerich






  1. No quiero
    que los besos se paguen
    ni la sangre se venda
    ni se compre la brisa
    ni se alquile el aliento.
    No quiero
    que el trigo se queme y el pan se escatime.

    No quiero
    que haya frío en las casas,
    que haya miedo en las calles,
    que haya rabia en los ojos.

    No quiero
    que en los labios se encierren mentiras,
    que en las arcas se encierren millones,
    que en la cárcel se encierre a los buenos.

    No quiero
    que el labriego trabaje sin agua
    que el marino navegue sin brújula,
    que en la fábrica no haya azucenas,
    que en la mina no vean la aurora,
    que en la escuela no ría el maestro.

    No quiero
    que las madres no tengan perfumes,
    que las mozas no tengan amores,
    que los padres no tengan tabaco,
    que a los niños les pongan los Reyes
    camisetas de punto y cuadernos.

    No quiero
    que la tierra se parta en porciones,
    que en el mar se establezcan dominios,
    que en el aire se agiten banderas
    que en los trajes se pongan señales.

    No quiero
    que mi hijo desfile,
    que los hijos de madre desfilen
    con fusil y con muerte en el hombro;
    que jamás se disparen fusiles
    que jamás se fabriquen fusiles.

    No quiero
    que me manden Fulano y Mengano,
    que me fisgue el vecino de enfrente,
    que me pongan carteles y sellos
    que decreten lo que es poesía.

    No quiero amar en secreto,
    llorar en secreto
    cantar en secreto.

    No quiero
    que me tapen la boca
    cuando digo NO QUIERO...

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