24 abril 2013

Marina Mariasch



  1. Durante meses
    hubo una manchita negra en el piso.
    Yo la miraba de vez en cuando
    pensando que era una gota de sangre grande
    tuya, que había salpicado la última vez que te lastimaste.
    Estaba en un rincón cerca de la ventana
    la mancha
    y yo la aprovechaba para llorar
    pensando en cualquier cosa
    cuando la veía
    desde la transición
    del rojo al negro,
    y otras transiciones.
    Pensaba en su consistencia
    pero no me animaba a tocarla; no me animé
    hasta un día, de rabia de mirarla
    la toqué. A veces,
    por cualquier razón,
    al pensar en ese rincón
    o en el vidrio, la rotura que te lastimó
    me viene la mancha de sangre:
    una gota negra, grande
    como de morcilla
    pero sin gusto, una parte de la casa
    donde se juntan cosas.

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