Y
nada sé de lo que sigue, de lo que guarda,
o
de qué o quién contiene al nombre.
Pero
sé que sus pasos largos y ligeros,
el
vaivén del vuelo de su falda,
su
blusa de espuma blanca,
me
recuerdan a la mar: hermosa e infinita
y
cobalto que quiero tocar,
y
no me canso de mirar cuando me mira.
Y
sólo sé que el amor
se
puede enamorar de una mirada,
de
una sonrisa,
de
un alma que se intuye.
De
una voz que es cuanto pueda ser,
y
que en mí suena y resuena
como
una apacible balada para la locura,
Lejos está de lo posible.
Pero sé que en esa realidad que existe
fuera de mis versos siempre me quedará lo sentido.
Y sólo sé que ahora, aquí,
por fijar voz y escritura
a un fragmento conocido de lo menos visible,
sus ojos, su boca, sus manos,
la onda de su
pelo que quiero tocar
como a la mar cuando me mira,
me podrían llevar muy lejos sin dudarlo.
Pintura de Antonia Naranjo Paris


2 comentarios:
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