DEJAD QUE SEAN ELLOS
Cuando yo me vaya
Y se vengan conmigo
Mi poesía y mi mundo
Sé que El sol, La lluvia,
El mar
El viento
Serán los
Que hablen de
Las estrellas del día
Del sol que es a través de la noche
en celo
La vida del olvido
La muerte del recuerdo
El hambre del rico
La riqueza del pobre
Dejad que sean ellos los
que hablen de
La inocencia del culpable
La claridad de la duda
La duda que con las manos sobre el
Corazón del cielo
Desciende
A sentarse sobre el color azul del
Infierno
Que miente quemar como el fuego
Dejad que sean ellas las
Que hablen de
Las cadenas de la
Multitud de religiones
Que por suerte los incrédulos
Se libran de las garras de ellas
Sí, dejad que sean ellas mismas las
Que hablen de nuestros ayes.
Hay tanto que decir
pero tan pocos los oídos
para oír.
Hay tanto que sentir
pero pequeño es el
Corazón que lleva adentro la
Verdadera
Esencia del hombre.
¡Oh!, hombre que amas la
Sabiduría y el saber
Espero que si para ti el
Ahora todavía no es el
Hoy que mañana seguirá
Siendo
el Ayer de siempre
Algún día, algún día
Sientas lo que
Escucho
Y oigas lo que siento sin
Saber porqué.
¡Oh!, Dejad que sean ellos
Los que hablen de los
perros que maúllan
Al gato que ladra
A los peces que vuelan a
Favor del viento
Y a los pájaros que nadan
Hacia el mar adentro
Mar que se da contra las
Rocas
Para romper el llanto del silencio
Que como a espejos atrapamos
Y escondemos en el pecho.
¡Oh!, Dejad que sean ellos los
que hablen por las palabras
Cuando las palabras sean sólo
Para cubrir los huesos y la piel del suelo.
¡Oh!, Dejad hombre de sabiduría,
dejad que sean ellos
Los que hablen
Al mundo que llegará
Como el tiempo llega sin salida ni
Regreso.
Johanna Rivera © 2013
Y se vengan conmigo
Mi poesía y mi mundo
Sé que El sol, La lluvia,
El mar
El viento
Serán los
Que hablen de
Las estrellas del día
Del sol que es a través de la noche
en celo
La vida del olvido
La muerte del recuerdo
El hambre del rico
La riqueza del pobre
Dejad que sean ellos los
que hablen de
La inocencia del culpable
La claridad de la duda
La duda que con las manos sobre el
Corazón del cielo
Desciende
A sentarse sobre el color azul del
Infierno
Que miente quemar como el fuego
Dejad que sean ellas las
Que hablen de
Las cadenas de la
Multitud de religiones
Que por suerte los incrédulos
Se libran de las garras de ellas
Sí, dejad que sean ellas mismas las
Que hablen de nuestros ayes.
Hay tanto que decir
pero tan pocos los oídos
para oír.
Hay tanto que sentir
pero pequeño es el
Corazón que lleva adentro la
Verdadera
Esencia del hombre.
¡Oh!, hombre que amas la
Sabiduría y el saber
Espero que si para ti el
Ahora todavía no es el
Hoy que mañana seguirá
Siendo
el Ayer de siempre
Algún día, algún día
Sientas lo que
Escucho
Y oigas lo que siento sin
Saber porqué.
¡Oh!, Dejad que sean ellos
Los que hablen de los
perros que maúllan
Al gato que ladra
A los peces que vuelan a
Favor del viento
Y a los pájaros que nadan
Hacia el mar adentro
Mar que se da contra las
Rocas
Para romper el llanto del silencio
Que como a espejos atrapamos
Y escondemos en el pecho.
¡Oh!, Dejad que sean ellos los
que hablen por las palabras
Cuando las palabras sean sólo
Para cubrir los huesos y la piel del suelo.
¡Oh!, Dejad hombre de sabiduría,
dejad que sean ellos
Los que hablen
Al mundo que llegará
Como el tiempo llega sin salida ni
Regreso.
Johanna Rivera © 2013
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