23 marzo 2014

Antonia Naranjo Paris


Tú eres ese alguien
a quien de vez en cuando
le pongo la voluntad para escapar
del peso de todos los silencios.
Alguien a quien brevemente
le encaro la realidad,
sin insistir en el error de los fracasos
y lo traigo más acá de la  noche fría,
y de rincones muertos.
Lo levanto sin prejuicios.
Y sin asombro descubre
que no se distingue
de las demás virtudes
ni de las demás miserias.
Tú y yo
somos el mismo desde siempre.
Somos
como ese espejo
que trozo a trozo se rehace
y no queda perfecto.
Nos quedamos sin asidero,
pero ya no nos duelen
los bordes del cristal con sus secretos
ni reprimimos la inocencia.
Simplemente somos
lo mejor y lo peor que podemos.     


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