30 abril 2014

Sofia Berta Kreimis



Sofia Berta Kreimis

  1. Con brusca palidez, abandonó la plaza sin orillar su bastón
    la vereda. Por curiosidad quise seguirlo pero en un segundo
    de distracción lo perdí de vista, Lo habría podido evitar, seguí
    caminando, desde una estrecha calle asomaba un eco
    desgarrador. me acerqué a la casa, la puerta estaba abierta,
    la gente llevaba flores, una mujer me invitó a entrar.
    La casa de techo bajo y la gélida luminosidad era el llanto.

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