20 mayo 2014

Isabel G. Jiménez






El lago helado y la Decisión




Una poderosa luz, en forma de impulso,
acercaba mis pasos a un abismo de hielo
por nombre Decisión
y la Noche, su momento.
Me arrastraba ansiosa a la blancura helada
y sin más, al sentir tan cercano frío,
me detuve con asombro en su contemplación.
En un lago helado estaba una bella Rosa Roja,
pero pálido su fuerte color,
y en el centro sin latido andaba
ese motor que perdí en batallas inútiles, mi corazón.
Quise salvarlo abrigándolo con mis manos.
Pero me detuvo y, sin fuerzas, me dijo
que la salvase a ella, que sólo si la llevaba con él
podría sentir el calor que para vivir necesitaba.
Tomé con ternura en mis manos la Rosa
y la resguardé dentro de ese, mi corazón.
En ese mismo momento, se convirtió en dulce agua
aquel helado y blanco lago.
Sólo si dejas a salvo lo que amas
puedes salvar tu propio ser.

© Isabel G. Jiménez: Sentires y Pensares de la Madrugá. Celya. Octubre 2012





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