24 junio 2014

Africa Eúfrates





Mis dedos ciegos leen pacientes
las cicatrices que me muestra
tu cuerpo desnudo, entregado.

Muy lejos, muy profundo
late un antiguo dolor.
No te pido que me digas,
que me cuentes.
No lo necesito.

Yo sé de dolores,
de pérdidas, de desgarros.
Heridas que nos hablan
del triunfo de estar vivos,
del regalo del amor,
de los sueños que no tienen miedos.

Sé del vacío donde antes vivían abrazos,
de la ausencia insoportable de quienes
ya no tienen voz para decir nuestro nombre
porque están donde no existen los huesos,
ni la carne es necesaria.
A quienes vemos ya sólo en nuestros recuerdos
y a veces nos visitan en las noches,
despertándonos con su perfume en la habitación.

Sé que eres un hombre,
de agua, de ansias,
de inquietudes y locura,
y cuando me tumbo junto a ti en nuestra cama
siento el latido de tu sangre
que llena de vida, esperanza y fuerza
las horas en los relojes de mi alma.
Africa Eúfrates

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