Abriré mis manos
cuando vuelva el sol
y flotaré como cansada
pendiente de un hilo,
de un beso o quizás moriré
para siempre.
Nunca sabré qué duele
o qué pasa ahí dentro,
porque soy de transparencia dura
y amor solitario,
de impecable mar
y fecundada carne.
Me cubre un polvo sin fondo y miserable,
pero reconoceré mis ojos oscuros,
dormidos, casi cercanos.

Del libro : Abrazos de náufrago
No hay comentarios:
Publicar un comentario