27 diciembre 2014

GIOCONDA BELLI




REGLAS DEL JUEGO PARA LOS HOMBRES


QUE QUIERAN AMAR A MUJERES MUJERES




I


El hombre que me ame


deberá saber descorrer las cortinas de la piel,


encontrar la profundidad de mis ojos


y conocer lo que anida en mí,


la golondrina transparente de la ternura.


II


El hombre que me ame


no querrá poseerme como una mercancía,


ni exhibirme como un trofeo de caza,


sabrá estar a mi lado


con el mismo amor


conque yo estaré al lado suyo.


III


El amor del hombre que me ame


será fuerte como los árboles de ceibo,


protector y seguro como ellos,


limpio como una mañana de diciembre.


IV


El hombre que me ame


no dudará de mi sonrisa


ni temerá la abundancia de mi pelo,


respetará la tristeza, el silencio


y con caricias tocará mi vientre como guitarra


para que brote música y alegría


desde el fondo de mi cuerpo.


V


El hombre que me ame


podrá encontrar en mí


la hamaca donde descansar


el pesado fardo de sus preocupaciones,


la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,


el lago donde flotar


sin miedo de que el ancla del compromiso


le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.


VI


El hombre que me ame


hará poesía con su vida,


construyendo cada día


con la mirada puesta en el futuro.


VII


Por sobre todas las cosas,


el hombre que me ame


deberá amar al pueblo


no como una abstracta palabra


sacada de la manga,


sino como algo real, concreto,


ante quien rendir homenaje con acciones


y dar la vida si es necesario.


VIII


El hombre que me ame


reconocerá mi rostro en la trinchera


rodilla en tierra me amará


mientras los dos disparamos juntos


contra el enemigo.


IX


El amor de mi hombre


no conocerá el miedo a la entrega,


ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento


en una plaza llena de multitudes.


Podrá gritar -te quiero-


o hacer rótulos en lo alto de los edificios


proclamando su derecho a sentir


el más hermoso y humano de los sentimientos.


X


El amor de mi hombre


no le huirá a las cocinas,


ni a los pañales del hijo,


será como un viento fresco


llevándose entre nubes de sueño y de pasado,


las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados


como seres de distinta estatura.


XI


El amor de mi hombre


no querrá rotularme y etiquetarme,


me dará aire, espacio,


alimento para crecer y ser mejor,


como una Revolución


que hace de cada día


el comienzo de una nueva victoria. 

No hay comentarios: