01 enero 2015

Isabel Miguel




Otoño,
se decepcionan las cosechas
y la pasión se amaina
y se doblega.
Un derrumbe de hojas y de cuerpos
inevitablemente inevitable.
Atrás quedó la sangre que danzaba
en primavera,
el renacer gozoso
en nueva vida.    
El verano acabó
perdido en sus ardores.
Sólo atisbo el invierno
y el frío de la nada.



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