18 septiembre 2015

María Luisa Domínguez Borrallo







Llegas tarde, te esperaba ayer.
Te esperaba el mes pasado.
Te he esperado toda la vida.
Y apareces con tu sonrisa y ese aire
de no haber roto nunca un plato.
Mientras yo esperaba que rompieses
la vajilla entera.
Rompe los platos de las cenas solitarias,
la fuente de las ensaladas tristes,
rompe la salsera sin gracia...
Comamos directamente de las cacerolas
y con las manos.


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