24 diciembre 2015

Teresa Iturriaga Osa






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Una inquisición hambrienta de niñez
se me metió como el granizo en casa,
empapando errores, culpas sobre mi espalda.

Una palabra tras otra, hurgaron en corazones sin mácula.
Entonces hablaron los jueces.
Sus líneas rompieron lacres de ignorancia.

El reino amarillo se sumió en esa bruma con tañido espeso...
El otoño a lo lejos desterraba la figura de la infamia
y doce peones doblaron el mantel del silencio.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por difundir mi poesía. Feliz año de creatividad para todos.

Teresa Iturriaga Osa