EL DÍA
Sé que por la mañana me dolerá hasta el alma
igual que si llevara el mundo entero a cuestas,
que tendré los pies fríos,
que odiaré los espejos,
que tendré por delante un desierto infinito.
Pero al atardecer se hará el milagro
cuando el cielo se ponga su vestido de luces
pueden cambiar las tornas, pues si ese cielo existe
cómo no va a existir la vida eterna,
quiero decir, la vida por estrenar de nuevo.
Cosas más raras pasan.
Volveré a renacer de mis cenizas,
perderé la cabeza y la vergüenza,
aparcaré en la orilla la edad y los fracasos,
me arrancaré los miedos, me pintaré los labios
con el mismo color que pinta el cielo.
Con la esperanza intacta me marcharé a la calle.
Luego, cuando regrese, quizá fumé un cigarro ,
quizá tome esa copa que no tomé contigo,
me meteré en la cama repitiendo tu nombre
y me hundiré en la noche igual que cada día.
cuando el cielo se ponga su vestido de luces
pueden cambiar las tornas, pues si ese cielo existe
cómo no va a existir la vida eterna,
quiero decir, la vida por estrenar de nuevo.
Cosas más raras pasan.
Volveré a renacer de mis cenizas,
perderé la cabeza y la vergüenza,
aparcaré en la orilla la edad y los fracasos,
me arrancaré los miedos, me pintaré los labios
con el mismo color que pinta el cielo.
Con la esperanza intacta me marcharé a la calle.
Luego, cuando regrese, quizá fumé un cigarro ,
quizá tome esa copa que no tomé contigo,
me meteré en la cama repitiendo tu nombre
y me hundiré en la noche igual que cada día.
1 comentario:
Uno de los poemas en que Ana Montojo nos vuelve a dejar un poquito de ella, es única para eso.
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